
Jugos salvajes, riegan el lecho, Las sábanas son el sostén de los ardores, de las batallas. Batallas encendidas por miles de antorchas, tenues pero calientes, calientes y cercanas. Juegos dirigidos por cientos de candelas, cientos de deseos contenidos. Juicios inspirados en sentencias de antiguas sesiones amatorias. Castigos infringidos sin dolor, solo con ganas. Brisas suaves y perfumadas, embriagantes vahos de flores en celo. Crispado el silencio con vagidos, suspiros, pequeños gritos en el aire. Calores incontrolables, sudores que en perlas van cayendo, rodando por las pieles encendidas, Y luego la calma, lo que precede a la tempestad. Barcos encallados en la arena, el respirar más lento. El sueño que aparece, después de las batallas que no son guerras. El descanso profundo de todo aquello que se crispó anteriormente. Descanso del guerrero y la guerrera, del compañero y compañera, de los amantes vivos….
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